Hay lugares que a menudo llaman mi atención cuando la historia y sus exploradores han pisado sus tierras lejanas. Puerto Deseado es uno de ellos y seguramente no forma parte del destino preferido de todo viajero. Sin embargo…
Los invito a seguir las «huellas» de Charles Darwin quien anotará en su diario de viaje el 23 de diciembre de 1833 contemplando estos paisajes: «No creo haber visto todavía ningún lugar tan aislado del resto del mundo como esta grieta de rocas en el medio de una inmensa planicie». Se encontraba frente al río Deseado y lo recorrió en gran parte.
Los Miradores de Charles Darwin en la Patagonia
Con la marea alta, a lo largo de 42 kilómetros, la exploración a bordo de un bote es indefectiblemente emocionante. Se pueden observar numerosos cormoranes, entre los cuales el cormorán «gris» (plus grosse colonie de Patagonie), lobos y leones marinos, delfines, guanacos…
Al final de esta ruta a contra corriente, se llega al lugar que inspiró a Charles Darwin, así como también a su pintor oficial el inglés Conrad Martens, que lo acompañaba durante la expedición y quien esbozaba algunos bocetos celebres al día de hoy. Existe también el famoso «Mirador Darwin» desde donde se obtiene una vista vertiginosa del Río Deseado.
Caminar hasta el fondo del cañadón, al borde del rio, me generó una sensación inexplicable. Como sucede a menudo en la Patagonia, cuando uno se aleja de los «clásicos», cuando se toman los caminos al revés, estamos solos. Y estar solo en medio de un paisaje de esa magnitud es algo que le deseo a todo el mundo…